LA MUERTE NO ES MUERTE

Hoy se fue un miembro más de nuestra familia, y me hizo recordar los pensamientos que pasan por nuestra mente en estos momentos. Pero lejos de sentirnos tristes, hay que comprender que la muerte no es muerte, sino sólo una transición.

Cuando nuestro espíritu no está avanzando como debiera, clama al Padre para que le muestre el camino de vuelta a Él. De esta manera el espíritu abandona el cuerpo, desencarna, pero no muere.

La muerte es algo demasiado radical; una sola vida, por larga que ésta sea, no alcanza para aprender todo lo necesario para llegar a Dios y habitar con Él y en Él por siempre.


Alguna vez hablé de los saltos cuánticos que damos después de pasar por una situación extrema, éste es uno de esos saltos. Cuando la “muerte” llega repentinamente, significa que nuestro espíritu está tan deseoso de evolucionar que toma la decisión de desencarnar rápidamente.

Últimamente se estarán dando cuenta que todos los días hay muertes violentas en todo el mundo, especialmente en nuestro amado México y podrán decir que esa gente dedicada a hacer tanto daño y a generar tanta maldad, no puede siquiera tener un espíritu, y mucho menos un espíritu que quiera evolucionar.

Bien, la situación funciona más o menos así: Dios nos creó y al crearnos nos dio su Aliento Divino, con este Aliento nos llegó el tesoro más preciado: el libre albedrío. Nosotros, con nuestro cerebro y no con nuestra alma, decidimos hacer el bien o hacer el mal; pero con el ir y venir de las vidas es cómo vamos aprendiendo el significado de cada uno. Conforme vamos evolucionando desde el reino mineral, pasando por el vegetal y animal, llegamos finalmente al humano; pero llegamos con una conciencia todavía muy primitiva, muy inclinada al instinto animal. Cada vez que encarnamos y desencarnamos, nuestra conciencia va asimilando el bien y el mal, va aprendiendo y cada encarnación es un examen de admisión al siguiente nivel. Las personas altamente violentas son espíritus que están en “jardín de niños” en la escuela de la evolución espiritual; el suyo es un espíritu demasiado joven. Cuando van avanzando en su evolución, estos espíritus se empiezan a alejar del mal, pero el libre albedrío a veces juega una mala pasada y los aleja del camino que han seguido hasta ahora. Aquí es cuando vemos a personas que aunque pertenecen a grupos delictivos altamente violentos, son capaces de amar a sus hijos y de hacer hasta lo imposible por defender a su familia y amigos de cualquier peligro. Son espíritus que ya habían avanzado mucho, pero la sed de poder y la avaricia se apoderó de ellos y fueron débiles. Es en este momento que estos espíritus claman a Dios regresar al sendero del bien y sobrevienen las muertes violentas.

No hay que juzgar si se merecen desencarnar violentamente o no, simplemente hay que orar por su alma y pedir a Dios y a su Santo Ser Crístico que le vuelvan a mostrar el camino correcto y cada uno de sus errores para que no los vuelva a cometer una vez reencarnado. Claro que la Ley de Causa y Efecto es ineludible y tendrá que pagar sus fechorías, pero cuando esto suceda su espíritu le dará suficiente fortaleza para enfrentarlo de la mejor manera.

En el caso de “muerte” por enfermedad o por vejez se dan en el momento preciso, justo cuando su misión y aprendizaje han sido cumplidos, muchas veces la causa del tiempo que se tarda en llegar es por karma propio o para quitar karma a sus seres queridos. Habrá espíritus que se aunque ya están avanzados, quieren regresar una vez más y encarnan para ayudar a sus familiares y amigos a avanzar más rápido.

Sea cual sea la manera de “morir”, debemos dejar ir en paz al espíritu de nuestros seres queridos, pues mientras más se le llore o se niegue el suceso, se le estará atando a la Tierra y se tardará más en “graduarse”. Ya sea un bebé o un lindo ancianito, hay que agradecerle a Dios por el tiempo que convivimos, por lo que le aprendimos, por el amor y la dedicación que nos tuvieron a lo largo de esta y otras vidas.


No olvidemos que pase lo que pase, siempre estaremos juntos, al final de los tiempos volveremos a ser uno con nuestro Creador, cada uno de nosotros somos alumnos y maestros de todas y cada una de las personas con las que nos topamos a diario. Abramos bien nuestros ojos y nuestros oídos para saber distinguir a nuestros maestros y JAMÁS neguemos una ayuda, pues también nosotros tenemos alumnos y debemos estar alertas a su presencia para orientarlos correctamente, pues de lo contrario estaremos comprando karma. No olvidemos utilizar diariamente el Amor y la llama violeta tanto para nosotros como para los demás, incluyendo a quienes nos hicieron sufrir, pues así estaremos ayudando a evolucionar a estos espíritus necesitados sin necesidad de que tengan que pagar karma.

Dios les Bendice.
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(c) Zaira Cantú 2010