LOS 7 RAYOS DE DIOS

Hace algún tiempo todos vimos en la escuela como la luz se descompone en un espectro de 7 colores. Rosa, naranja, amarillo-dorado, verde, azul y violeta; y la suma de todos estos: el blanco. Lo que no nos explicaron en la escuela es qué significa cada uno de estos colores o el por qué de estos colores en particular. La verdad es que ni el físico más experimentado puede explicarnos el por qué son estos 7 colores en particular y no otros. La respuesta más frecuente es que las partículas que conforman el espectro vibran de diferente manera y a cada nivel de vibración corresponde un color.

Pero, ¿Qué nos dice la Metafísica de estos 7 colores? El Maestro Djwhal Khul los denomina los siete canales a través de los cuales fluye todo lo que existe y dice que en realidad no existe nada en el sistema solar, cualquiera sea su grado de evolución, que no pertenezca ni haya pertenecido a uno de los siete rayos.

Un concepto fundamental es que los Rayos son entidades vivas, ellas oyen, responden y actúan; son la sustancia de Dios en acción. Sin dejar de recordar que los Rayos son Amor, son Inteligencia. Vida, Verdad, ellos contienen todas las virtudes de Dios, ellos integran todos los aspectos de Dios.
Cada Rayo o Llama contiene todos los ASPECTOS Y VIRTUDES DIVINAS, aunque en cada color una o varias de estas virtudes, actúan más destacadamente. Cada corriente de vida de este planeta ha procedido de un Rayo particular y su Presencia YO SOY vive en esa esfera o Rayo, al cual pertenece.

Los Siete Rayos y Aspectos de Dios son:

1. Rayo Azul: Principio o Voluntad Divina
2. Rayo Dorado: Sabiduría
3. Rayo Rosa: Amor
4. Rayo Blanco: Pureza
5. Rayo Verde: Verdad y Salud
6. Rayo Oro-Rubí: Provisión
7. Rayo Violeta: Libertad y Transmutación

La ausencia de conciencia de estos Siete Aspectos son las Siete Pobrezas. Cualquier problema, amargura, inconveniente o desgracia que sucede es la ausencia de un Aspecto de Dios, y podemos invocarlo, decretando uno de sus Rayos. Siempre hay un Aspecto de Dios que se adapta para suplir lo necesitado, y al realizar la demanda, nos ayuda muchísimo visualizar con los ojos espirituales el color de la Llama que invocamos.

Cada vez que queramos ver manifestado alguno de estos aspectos de Dios, solo hay que invocar al Rayo, o imaginarnos a la persona que lo necesita envuelta en una llama del color del rayo necesario.
Obvia decir que como estos son aspectos de Dios, nunca los veremos manifestados en el mal, sino por el contrario, siempre en bien de nosotros. Esto no significa que siempre nos agrade la manifestación. Por ejemplo, si alguien está mintiendo y nosotros también y estamos invocando la verdad con la llama verde; ésta se verá manifestada quedando nosotros expuestos en la mentira, así como el otro mentiroso.

Cada rayo tiene sus Maestros Ascendidos, Arcángeles y Elohims. Al hacer una invocación podemos también invocarlos a ellos; el secreto de ver la manifestación de nuestros deseos es creer y tener la verdadera intención de que se materialice nuestra solicitud.

Cada uno de nosotros estamos regidos por algún rayo en particular que define las fortalezas y debilidades de cada ser humano. Enfatiza ciertos aspectos en nuestra manera de ser, de actuar, de sentir y de pensar.

También a cada Rayo le corresponde un día de la semana en que se hace particularmente más intenso; no es que no podamos invocarlo cualquier otro día, simplemente el día que le corresponde vibra más fuertemente que cualquier otro.

Hay un punto en común que tenemos todos los seres humanos; algo tan poderoso que se ve manifestado en los colores primarios del espectro. Estos Rayos son: Azul, Rosa y Dorado. En algunas imágenes de Jesús, particularmente la de Jesús de la Misericordia; vemos bien representados estos Rayos: pues de su corazón emanan rayos rosas y azules representando la sangre y el agua que brotaron cuando le atravesaron la lanza. El dorado se ve envolviendo el corazón del Maestro Jesús.
Todos tenemos esta Llama Trina alojada en nuestro corazón.


La de color azul que está ubicado en el lado izquierdo ancla en el hombre la fuerza de voluntad y la fe de Dios-Padre, la fuerza a la determinación divina para desarrollar nuestro plan divino en nuestras encarnaciones a través de nuestros cuerpos inferiores.

La llama amarilla dorada, ancla en nosotros la inteligencia discriminadora, la sabiduría, la iluminación y la mente de Dios en Cristo.

La llama rosada ancla en nosotros el amor, la compasión, la misericordia, ternura y gracia de Dios y Espíritu Santo, así como poner en práctica el plan divino acción.

El lugar donde se instala la Llama Trina que hemos denominado la Cámara Secreta del Corazón está unida al corazón de Dios por medio del poderoso color plateado que nos une a Él, el cual es un cordón lleno de luz que desciende de nuestra Divina Presencia y pasa a través de nuestro Yo Crístico, la figura intermedia que nutre la presencia y el hombre.


Algunos extractos de este artículo fue tomado de:
Extracto del Libro “Pilares” de Rubén Cedeño. Pág. 99