TEOSOFÍA 3/3

 
La grandiosa obra de la construcción de cuerpos empieza en las piedras, metales y demás materia llamada orgánica. La corteza terrestre abunda en yacimientos minerales en donde se inician los esfuerzos de construcción. Después vemos los cristales que denotan una mayor pujanza de la organizadora vida, y por sucesivas etapas llegamos a los cristaloides hallados en algunas plantas de índole intermedia entre el mineral y el vegetal. Luego vemos el reino monista, que sin ser vegetal y animal subyace en la raíz de ambos, y del que arrancan las dos grandes evoluciones de los reinos vegetal y animal.
A medida que la materia se fue ramificando, se modelaron los necesarios órganos con mayor aptitud para responder a las exigencias esenciales de la vida. En los arboles vemos aparecer los primeros albores de la conciencia mental, pues la constante repetición de las estaciones allega un prolongado estimulo, año tras año, hasta que al fin produce una remembranza de pasadas series y así empieza a surgir la memoria.
Los dos órdenes de conciencia en el vegetal y el animal existen paralelamente, pudiendo suceder que la conciencia llegue en el reino vegetal a un nivel lo bastante elevado para que, al pasar al reino animal, no entre en las formas inferiores, sino en las superiores de la escala zoológica y así llegue más rápido a la escala o jerarquía del Hombre.
Consideremos ahora las principales etapas del desenvolvimiento de la conciencia que señalan los peldaños de la Escala de Vidas ocupados por la Jerarquía del Hombre. Son cuatro:
  1.       La mente esta lo bastante desarrollada para percibir, pero de continuo muda el objeto de atención. Primero le atrae una cosa que después le cansa y pone entonces pone su atención en otra y así sucesivamente. Esta es la “mente mariposa” de Patañjali.
  2.       La mente infantil se convierte en mente juvenil llena de briosas emociones. Ya la atraen los ideales, aunque todavía hay poca fijeza y no muy clara comprensión. Es movida por los impulsos, aspiraciones irreflexivas, confusos y vagos pensamientos. Es la “mente confusa” de Patañjali.
3.       3. Sigue después la etapa viril, que es cuando la mente está dominada por una idea fija que puede ser de ambición, filantropía, patriotismo o amor a la verdad; pero que termina por dominar al hombre. Todos sus propósitos, pensamientos y acciones están subordinados a la idea fija. Ninguna lógica le disuadirá de su propósito.
4.     4. En esta etapa ya no le obsesiona la idea al hombre, sino que el hombre es dueño de ella y la convierte en esclava. Es capaz de elegir su objeto y aplicar sus energías en realizarlo. Únicamente en esta etapa el hombre puede progresar de verdad en la vida superior para llegar a la perfección humana. Éste es el portal de iniciación. Atraviesa el portal y asciende siempre con rapidez por los restantes peldaños humanos de la Escala hasta alcanzar el pináculo del progreso superhumano, junto a los elevados seres a quienes llamamos Maestros. Llega a ser hombre perfecto. Entonces se abre antes sus pasos otra evolución mucho mas esplendida. Más arriba de él están esplendorosos y casi perdidos en la luz, los Cristos, Buddhas y Manús de las edades pasadas.
Todos estamos en determinado escalón de esta Escala. Podremos ascender despacio o aprisa, pero tiempo hay de sobra para todos, aun para el mas perezoso de todos, y todos tendrán bastantes fuerzas, porque en el corazón de cada uno está Dios. Nada es capaz de alterar nuestro ultimísimo destino, nada que pueda frustrar la voluntad de Dios. Su voluntad es cierta e inmutable y Él es nuestro íntimo ser.
Algunos sufren la terrible pesadilla de un infierno de eterna maldad e implacables tormentos; pero como Dios está en todas partes y su esencia es gozo, luz y amor, es incompatible con el infinito mal y la eterna aflicción.

Es por esto que el infierno NO EXISTE pues si Dios es omnipresente quiere de decir que esta en absolutamente TODAS partes, por ende, no puede estar en el infierno, y si así fuera, toda Su INFINITA MISERICORDIA  y su AMOR PERFECTO destruirían todo mal y todo sufrimiento del infierno, por lo tanto, NO PUEDE EXISTIR UN INFIERNO.

Texto basado en las conferencias "Metafísica, reencarnación y teosofía" de Annie Besant