TEOSOFÍA 2/3

En resumen, la teosofía es la divina Sabiduría con respecto a la religión, la filosofía y la ciencia. En religión da las bases de la moral. En filosofía resuelve los enigmas de la vida. En ciencia, abre nuevos caminos de conocimiento. La teosofía explica la vida, justifica las diferencias sociales entre los hombres e indica el medio de entresacar nuevos hechos del inagotable almacén de la naturaleza; da fundamentales normas de conducta aplicables a la vida humana y levanta grandes ideales que conmueven el pensamiento y el sentimiento, para redimir poco a poco a la humanidad de la miseria, la aflicción y el pecado, que son frutos de la ignorancia, causa de todo mal.

Proclama la teosofía que el natural e inevitable destino del hombre no es la miseria sino la dicha. La miseria proviene de la ignorancia. El espíritu del hombre es eterno y esencialmente feliz, porque Dios es felicidad y todos participamos de la divina naturaleza.
Somos vástagos de Dios y podemos dominar el mundo interior, porque el Espíritu acaba por ser dueño de la materia. Nuestras tribulaciones, hijas de la ignorancia, desaparecerán ante la Sabiduría.

La ciencia estudia las modalidades del movimiento etéreo y les da diversos nombres como fuerzas o energías naturales, pero no reconoce que se efectúen en diferentes densidades de materia etérea. El éter tiene densidades tan diferentes como la del sólido y la del líquido, que producen lo que llamamos electricidad, luz, calor, sonido, etc.

Hay una densidad de éter cuyo movimiento es la clase de electricidad que acciona tranvías y cuyas vibraciones matan el cuerpo humano. En esta misma clase de éter hay vibraciones sonoras que levantan en el aire las ondas acústicas. Otra densidad de éter se manifiesta en las vibraciones luminosas que nos permiten ver los objetos. Hay además otras densidades de éter que producen las cortas y suaves de las sutiles formas de electricidad; y todavía hay una clase de éter más fino y sutil que es el medio para transmitir el pensamiento de uno a otro cerebro.

No hay ni una partícula que sea únicamente material; no puede el Espíritu manifestarse sin la materia. Ésta es el vehículo necesario, de modo que Espíritu y materia son el primer par o dualidad, y no puede existir uno sin la otra porque la Vida divina solo es espíritu cuando anima la materia.

Luego de formados los átomos, los enlaza y construye con ellos los numerosos agregados de los diversos tipos de átomos a que en nuestro mundo físico llamamos elementos, y son los materiales básicos de la construcción de todas las formas. La función crea el órgano y no el órgano la función. Sólo hay deseo y el deseo va organizando la forma a medida que busca su propia satisfacción. “El Alma desea ojos para ver, oídos para oir y mente para pensar”. La boca fue formada por el deseo que tenia la vida interior de alimento. El deseo ya existía.