TRES...


 
El físico reconoce que la materia se manifiesta en 3 estados: el sólido, el líquido y el gaseoso. El biólogo coincidirá con la existencia del mundo mineral, vegetal y animal, así como el místico asentirá ante la afirmación de que el hombre está hecho de cuerpo, alma y espíritu.

La misma manifestación trina la encontramos en distintas religiones, como la compuesta como Padre, Hijo y Espíritu Santo en el cristianismo o la de Brama, Shiva y Vishnú en la tradición hindú.

El plano físico, al que pertenece el cuerpo, está compuesto de 3 reinos: mineral, vegetal y animal. Estos reinos estrechamente entrelazados, plasman el cuerpo físico humano y señalan cómo la misma morfología corpórea tiene que presentarse dividida en 3 partes. El cuerpo humano se puede dividir, a su vez en 3 partes: la cabeza, el tronco y la parte inferior. En alquimia, los 3 elementos correspondientes son: la sal para la cabeza, el mercurio para el tronco y el azufre para la parte inferior.

En la cabeza reside la parte más elevada del alma, el mundo espiritual: el elemento fuego, el astro solar y por lo tanto es de signo positivo, que corresponde a lo masculino.

El tronco, entendido como parte que abarca desde el cuello hasta el diafragma, es el lugar donde reside el alma racional. Los antiguos creían que en el corazón estaba la sede del pensamiento. El elemento del tronco es el aire, su signo es el positivo y el negativo juntos: el polo neutro.

La parte inferior del cuerpo, entendida desde el diafragma hasta los pies representa la parte más material, correspondiente a la tierra, su signo es negativo, lo femenino y su astro la luna.

El ombligo se considera a menudo el centro del hombre y representa el rayo originario del espacio mandálico. En la correspondencia microcosmos-macrocosmos, el pensamiento mágico encontraba en la forma y dimensión del cuerpo humano, la configuración del mundo; el hombre se transformaba así en una figura generadora del círculo.